La Vigilia de la Inmaculada, oración guiada e inspirada por las palabras y la música de CVX, Centro Loyola MAGIS y Grupo de Fe y Desarrollo, se celebró en la iglesia del Corazón de Jesús iluminada por pequeñas velas y habitada por muchos que acompañaron esta hora.
La contemplación de María Maestra mostraba las imágenes de la Maestra del Compromiso; de Maestra Inmaculada; de Maestra de la Santidad.
La voz de Misa de Nueve y Cuarto entona la canción de Ixcís para hacer presente la imagen de María e ir convirtiendo el espacio en lugar sagrado: «Basta con mirar y callar para escuchar tu palabra. Basta con hacer silencio dentro para escuchar tu voz»
Se hace silencio. La lectura de Lucas “Aquí tienes la esclava del Señor. Que se cumpla en mi tu Palabra” es la contemplación de la María del compromiso. Surgen las primeras preguntas: … ¿Cuál es mi lugar, cuál es mi tarea, cuál mi responsabilidad en la Historia de la Salvación?…. Sigue la música envolviendo las preguntas: ¿Dónde y cuándo se me está pidiendo decir que sí y comprometerme, según la voluntad de Dios en mi vida?
CVX sigue acercándose a María con admiración: “Inmaculada es un adjetivo cargado de ideales imposibles”….contemplan. Y esta imagen habla de luz; de transparencia de Dios. «Decir tu nombre, María, es decir que el Reino viene y es pura provocación. Es decir que sólo quien ama es el que conoce a Dios»… Suena la canción de Kairoi y Casaldáliga con la implicación de decir el nombre de María.
La última parte habla de la María de la Santidad, que muestra una mujer llena de esperanza, valiente y fuerte…. Una contemplación que invita encender una pequeña vela como gesto de afirmación de entrega. De un “hágase en mi” ante aquello que pide el Señor. Mientras suena la canción de TSNC que anuncia que algo nuevo está brotando…el interrogante es ¿no lo notáis?
Quiero cantar, María,
y no de cualquier manera.
Cantar a tantas mujeres
ojos de fuego bueno,
que van gritando su verdad
engarzando gestos sabios
y no grávidos de agravio.
Esas que caminan seguras
hacia horizontes de incerteza,
que su acción no muere en el “luego”
y acarician con firmeza.
Que son hermanas,
compañeras,
don diverso.
Que visten esta iglesia abierta
por fuera y por dentro.
Mujeres que dicen igualdad
con trabajo sincero
y voz sin terciopelo.
Que con el labio de sus gestos
hablan miles de lenguas
vacías de corsés y de recelos.
Cansadas de habitar tiestos
pero capaces de regar cientos.
Que no van por encima,
y tampoco en el subsuelo,
que van entrañando verbos
atravesando tus centros.
Cantar
a las que hablan plural
apuntando hacia a su hermano,
sin boca seca de ideología
pero con tu amor en las manos.
Mujeres que tienen por arma
su tiempo honesto y desarmado,
tiempo que habla por sí solo:
un nuevo ritmo disparado.
A esas mujeres canto,
a ellas,
que no hacen de su verdad piedra
sino principio y fundamento.
A esas quiero parecerme
y ya me parezco un poco,
aunque no siempre las convoque
con mis gestos
mi palabra
o pensamiento.
Y aunque no siempre cante,
siempre se adelanta tu Reino.
Cada día
Una
rasga un velo.
Cada día
Uno
lo grita al viento
y quiebra un silencio.
Y aunque no siempre cante,
siempre se adelanta tu Reino.
Cada día
Una
rasga un velo.
Cada día
Uno
lo grita al viento
y quiebra un silencio.
Y aquí, juntos,
de frente mirándonos,
susurros de cambio
oímos llegar de lejos.
En la brisa cotidiana,
en la obra bien hecha,
en cada proyecto de Reino,
en la frágil mecha
de nuestra vida regalada.
Esa que tú nos das, Señor,
Y en ella
Esta bendita encrucijada.
Teresa García y Carlos Maza, sj