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Los jesuitas avivan la causa del padre Nieto

Plataforma
abril 25, 2025

Nuevos pasos en la causa del padre Manuel García Nieto SJ. El jesuita Fernando Laiglesia, nombrado vicepostulador el pasado enero, ha tomado el testigo de la misión de continuar con el impulso y difusión de la figura del Venerable salmantino en su camino a los altares. El ingente trabajo de los padres Nava y Postigo ha permitido reunir testimonios y favores que han iluminado la santidad del jesuita, maestro espiritual de cientos de sacerdotes. En esta nueva etapa, Laiglesia ha recuperado la publicación del boletín cuatrimestral que aviva la causa del “santo padre Nieto”. Con el número 50, el boletín (aquí) recoge la memoria de quienes recibieron sus sabias y prácticas orientaciones: el arzobispo emérito de Zaragoza, Vicente Jiménez Zamora; Primitivo de Miguel SJ y el sacerdote José Luis López Suarez. El mismo Fernando Laiglesia recuerda su confesión con el maestro en vísperas de su muerte, el Sábado Santo de 1974, 13 de abril.


Han pasado 51 años de la penúltima confesión del padre Nieto con Fernando Laiglesia y este acercamiento a su maestro, figura de la que nunca se ha despegado, supone regresar a aquellos tiempos de Comillas. «Entonces», dice el vicepostulador, «te acercabas a él con cierto respeto, pero ya convencido de que era un santo (“santos de la puerta de al lado” que dice el Papa). Ahora me acerco con profunda admiración creciente. El pueblo de Dios que lo conoció lo sigue considerando un santo, y yo igualmente».


Para Laiglesia, el trato con él, su dirección espiritual, su guía en los Ejercicios Espirituales, han supuesto uno de los grandes dones o gracias «que Dios me ha concedido en mi vida». Él mismo lo ha compartido en muchos foros y distintos momentos y a medida que pasa el tiempo, lo ve más claro. Por eso hoy, su nueva misión es una manera de devolver tanto bien recibido del padre Nieto. Y difundir su figura y su misión de recabar todo aquello que pueda impulsar la causa, le infunde el deseo de ser mejor sacerdote y jesuita. De hacer de Jesucristo el centro de su vida y misión, como así lo vivió su maestro. Como muchos que han compartido su experiencia, todo testimonio, favor y memoria tiene un espacio donde compartirla: causapnieto@jesuitas.es


Su santidad ya era proclamada en vida. «Me parece que ven los hombres en mi lo que no hay. Ante Dios me veo muy vacío», escribió el padre Nieto a uno de sus ocho hermanos. Y veían una figura de gran belleza espiritual en un cuerpo privado de encantos físicos. Su amor a Dios, sus sabios consejos y su generosa entrega a las personas más vulnerables -enfermos, menores, familias necesitadas-, lograban destacar a pesar de su fealdad. Su rostro marcado por “rasgos simiescos” no ocultaron sus dones. Cuando en 2019 el papa Francisco promulgó las virtudes heroicas del Siervo de Dios y le concedió el título de Venerable, Pedro Miguel Lamet recordaba: «Cuentan que era tan horrorosamente feo que a la hora de ser candidato para el sacerdocio sus superiores se plantearon si admitirlo o no, pues del Derecho Canónico aconseja que no se ordenen a los muy feos por el rechazo que esto puede suponer en los fieles. Nieto se limitó a presentar a su hermano que era más feo que él y fue admitido».

Biografía del padre Nieto


Manuel García Nieto nació el 5 de abril de 1894 en la localidad salmantina de Macotera. Inició su carrera sacerdotal a los 14 años, que culminó en 1920 en el seminario de Salamanca. Trabajó seis años al servicio de la Diócesis salmantina y en 1926 ingresó en la Compañía de Jesús. Entonces el noviciado se encontraba en Carrión de los Condes, Palencia.


Su primer y único destino fue el seminario jesuita de Comillas, Santander. Allí ejerció de formador y padre espiritual hasta el estallido de la Guerra Civil, cuando fue detenido y trasladado a Santander, donde vivió cinco meses realizando actividades pastorales en la clandestinidad a pesar del peligro. 25 de los detenidos en el seminario de Comillas fueron asesinados en aquel tiempo, tal y como indica la Real Academia de la Historia.


En enero de 1937 logró un salvoconducto para ser trasladado a Vizcaya, donde permaneció refugiado hasta el mes de junio de ese mismo año. Tras la toma de Comillas por parte de las tropas franquistas en agosto de 1937, García Nieto regresó al seminario de la localidad cántabra, donde ejerció de formador hasta su muerte, el 13 de abril de 1974.