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La comunidad de El Milagro de San José se despide de su párroco, José María Castañeda

Espiritualidad | Salamanca
julio 4, 2024

La eucaristía de despedida y gratitud por los seis años compartidos con el párroco de El Milagro de San José, José María Castañeda SJ, se celebró con la participación de toda la comunidad parroquial cargada de emoción. Su nuevo destino como superior de la comunidad jesuita de Villagarcía de Campos no se hará efectivo hasta el mes de septiembre, sin embargo, los feligreses salmantinos quisieron darle las gracias sinceras en la eucaristía este mes de junio.

A continuación, la carta de despedida que Susana leyó en la misa:

Querido José María:                                                      

            Intentaré leer esta carta dirigida a ti sin emocionarme, en nombre de esta comunidad Parroquial del Milagro de San José, y dando voz a los que, de una manera u otra, te hemos conocido y hemos compartido contigo muchos buenos momentos a lo largo de estos años.

Hace 6 años que llegaste a la parroquia del Milagro de San José y ahora que no contábamos con ello, tienes que marcharte. Sin duda has sido para todos nosotros un buen párroco, y, ante todo, un hombre bueno que se ha ganado nuestro respeto y cariño: como espero que sepas, tienes en cada uno de nosotros un amigo para lo que necesites.

Forma parte de la vida de los Jesuitas estar siempre dispuestos a acudir a cualquier otro destino donde la Compañía de Jesús os necesite. Ya sabemos que esto es lo que se espera de un Jesuita, pero para nosotros es un día triste ya que tenemos que despedirnos de ti, aunque, como no te vas lejos, seguro que pronto nos volveremos a ver.

La vida no es fácil para nadie, y en estos años, por supuesto, todos hemos pasado por momentos difíciles; para nosotros, tú los has superado con creces y esperamos haber estado a tu altura.

Siempre has tenido palabras bonitas, reconfortantes y entrañables que ayudan a mirar hacia delante. Te recordaremos siempre mejorando la Parroquia, explicándonos los rituales del incienso, del agua bendita, explicando los evangelios con gran sabiduría, sencillez y humildad; hemos aprendido mucho de ti. También te recordaremos agradeciendo a toda la gente que durante estos años te ha ayudado: siempre dando las gracias.

Tu cariñoso trato a mayores y a niños ha tenido como fruto ver de nuevo a niños y jóvenes en el altar, colaborando activamente en las eucaristías.

Recordaremos también cómo has impulsado y nos has animado a participar en las actividades de la diócesis, tus visitas guiadas a tantos sitios de nuestra ciudad, tus excursiones y peregrinaciones y, por supuesto, cómo has preparado y cuidado siempre con sumo esmero las celebraciones.

Siempre cordial, alegre y divertido no solo en la iglesia, también tomando un café, por la calle o de compras.

Como ves, muchos son los momentos en los que estarás en nuestros pensamientos; y ahora que ya nos habíamos acostumbrado nosotros a ti y tú a nosotros, a nuestras costumbres y tradiciones, apoyando y entendiendo a todos los que se te acercaban para opinar, preguntar o pedir permiso para algo, ahora tienes que dejarnos. No es de extrañar, por tanto, que hayan sido muchas las personas que han querido participar de esta despedida para decirte con cuánto agradecimiento te recordarán.

En fin, como ya he dicho antes, todos nos sentimos tristes, no es un momento agradable; pero, como dices a menudo, «es de bien nacidos ser agradecidos». Por ello queremos agradecerte estos años de dedicación, y decirte que guardaremos siempre un gran recuerdo de tu paso por nuestra parroquia y por nuestras vidas: siempre tendrás un amigo en cada uno de nosotros.

Concluyo recordando la cita de Jeremías (1, 7-7): El Señor me dirige la palabra: Irás a donde yo te envíe; no tengas miedo, que yo estoy contigo.

Que Dios te bendiga en tu nuevo camino. Hasta siempre y nos vemos pronto