El colegio jesuita en Burgos, La Merced y San Francisco Javier, comienza el curso 2023-2024 con el relevo en la dirección ejercida durante siete años por Javier Pérez de la Canal SJ. Se trata de un proceso natural promovido por la Compañía de Jesús como criterio general para todos los centros en España después de una prolongada responsabilidad. Toma el testigo Cristóbal Álvarez, secretario general del centro y profesor de Filosofía, Ética y Religión y Cultura Clásica. Su larga experiencia como miembro del equipo directivo que cuenta con otros diez años como director de ESO y FP, garantiza una transición de continuidad en lo referente a la orientación pedagógica, su identidad jesuita y su compromiso en la transformación social a través de la educación. El nuevo director ha tomado posesión del cargo el pasado viernes 1 de septiembre ante el delegado de Educación de la Compañía de Jesús, Antonio Allende SJ.
Cristóbal Álvarez acaba de cumplir 25 años de vida profesional en el centro. Comenzó su docencia en Granada donde terminó sus estudios de Teología en la facultad de la Compañía de Jesús. Su compromiso como docente de un colegio jesuita le lleva a participar en otros ámbitos donde la orden está presente en la ciudad, como su colaboración activa en el Centro Ignacio Ellacuría CIE de Burgos, del Foro Tender Puentes y otros. Desde este compromiso personal y profesional, su objetivo es mantener y potenciar la identidad ignaciana del colegio, más allá de la excelencia académica y curricular: “Educar para la justicia y la transformación social, cultivar experiencias que transformen a la persona en sintonía y colaboración con las otras obras de la Compañía”, propone. Con ilusión y consciente de los retos a los que se enfrenta, tiene clara la necesidad de mantener y potenciar el acompañamiento a los alumnos y los docentes, “el cuidado del educador”.
El nuevo director asume la apuesta muy integrada durante la dirección de Javier Pérez de la Canal: la innovación razonable y con objetivos definidos. Para el director saliente es una de las señas de identidad junto con la “atención personalizada y cercana en lo humano y en lo académico y con un esfuerzo grande por el mantenimiento de la identidad cristiana y jesuita”. Tres aspectos de los que el director saliente se siente especialmente satisfecho. “Me quedo con las personas, con el profesorado y personal del PAS a quienes he visto en una mayoría comprometidos e implicados y con gran cariño por la obra”, reconoce. “Creo que es un centro educativo bien orientado y con futuro, a pesar de la enorme disminución de la natalidad que pudiera amenazar la continuidad de todas sus aulas”.