
Una semana en Ecología y Acogida Ana Leal y comienzan a cambiar muchas cosas. Los novicios regresan a su casa de Bilbao interpelados. Jóvenes que en plena inmersión en la espiritualidad ignaciana y en la vida comunitaria jesuita, han conocido de cerca el valor de la ecología integral en su sentido amplio. Alex, Adrián, Alberto, Juan, Borja, Luis y Joao han compartido en la finca de INEA, junto a los hortelanos, los estudiantes de Ingeniería Agrícola y Agroambiental y la comunidad Ana Leal, un estilo de vida del que dicen, «tienen que aprender». De estos días resuenan palabras como fraternidad, Casa Común, Laudato Si´, cuidado, crecimiento, paciencia, esperanza…. mientras que la música del baile por san Isidro pone punto final a esta experiencia. La celebración y la alegría son parte de este encuentro.
Esta vida poliédrica, de duro trabajo en el campo por la mañana y corazón abierto a la Laudato Sí, por la tarde, ha significado mucho para los siete. Cada uno expresa el sentido de una experiencia como esta a su manera, porque siendo la misma es distinta. Primero hablan de fraternidad entre personas cuyas vidas se transforman aquí. Y sigue el tema de la comunidad de acogida con familias, «una riqueza especial». Esta experiencia humana lleva a contemplar a un Dios que abre los ojos a la Casa Común para que ese darse sea integral, también transformador. «Estudiar Laudato Si´cada día con Félix Revilla ayuda a dar sentido a nuestra vocación».
Se van con mil caras en la memoria: Mayores jubilados, hombres y mujeres, acudiendo a su huerto diariamente, cultivando paciencia y esperanza, mientras brotan las primeras hortalizas. Niños y niñas viviendo en la Comunidad, su casa y la casa de sus padres, que ahora pueden afrontar el riesgo de la nueva vida con esperanza. Por INEA pasa mucha gente más: desempleados en formación, trabajadores, colaboradores de la familia ignaciana… «Soy escéptico con la ecología, pero Dios ha creado todo esto y todo esto habla de Dios».
