
Familias de los colegios jesuitas de Castilla y León han disfrutado del Camino de Santiago juntas, compartiendo vida y fe. Es la primera vez que desde Líneas de Fuerza se organiza una actividad pastoral que conecta padres y madres con sus hijos e hijas con un motivo tan especial y en un espacio privilegiado como es la ruta portuguesa. 55 peregrinos, 26 de ellos eran escolares de entre 5-12 años de edad y resto padres, madres, profesores, monitores y un jesuita han caminado juntos con la meta de alcanzar Santiago de Compostela. La invitación de esta experiencia se extendió a todos los colegios de la zona Noroeste, si bien estuvieron representados los colegios de León, Sagrado Corazón, Salamanca, Estanislao de Kostka, Burgos, La Merced, y Valladolid, San José y Cristo Rey.
Antonio Gordillo, coordinador, contó con el apoyo de Chus Pardo, Raquel Monforte, Marta Ganso y Tomás Gaitán SJ, además de dos monitoras. Todos ellos han generado un ambiente de diálogo y reflexión muy valorado. “Si consideramos que el primer eslabón para la transmisión de la fe es la familia, nos plateamos el reto de celebrar esta actividad con ellas y aprovecharlo como tiempo para dialogar juntos desde la fe”. Gordillo apostó por trasladar a las familias las 4Cs que inspiran la pedagogía ignaciana: compasivo, competente, consciente y comprometido. De manera que cada tarde se planteaba un escenario en torno a una de ellas: La importancia del conocimiento como familias. La importancia de conocer el contexto en el mundo. La importancia de ser competentes para seguir formándose en la vida y la importancia de que la familia también pueda ser compasiva viendo el dolor del mundo como Jesús nos invita a transformarlo y ser comprometido y dar un paso y poder cambiar el mundo de manera real.
Este diálogo se enmarcó con la mirada puesta en el significado de ser peregrino y su diferencia de ser turista. Su contraposición ayudó a comprender al final de la experiencia el sentido de «ser peregrino» en la vida. Cada dinámica familiar y cada taller se compartía al final del día en la eucaristía. Entonces se presentaba como fruto y presente que revelaba la necesidad de las familias de pararse a dialogar temas importantes, más rico aún con la participación de otras familias, y sentirse partícipes de la transmisión de la fe. En definitiva, “un tesoro de experiencia y la mayoría lo quiere repetir….todos quieren volver”.

