Son un motor que ha movido y mueve a jóvenes a dialogar desde la fe y a participar en la vida de la iglesia de los jesuitas, como ellos mismos vienen haciendo desde hace 40 años. Los Grupos Fe y Desarrollo (FyD) nacieron en respuesta a la invitación del Concilio Vaticano II de dar forma concreta a la participación de los creyentes en la iglesia local. Ahora que toca hablar de «sinodalidad» en esta búsqueda de participación y responsabilidad de los creyentes en la vida de la Iglesia, los Grupos FyD tienen mucho que aportar. Ellos han avivado la participación de otros, la de sus hijos, de sus amigos y de otros muchos jóvenes de la ciudad. Muchos años y todavía su carta de presentación como comunidad cristiana al servicio de la fe y de la promoción de la justicia no se ha desfigurado, por muchas arrugas y canas que cubran muchos de sus rostros. Hoy siguen en pie de fe. Con ánimo para seguir acogiendo a nuevas generaciones en las que «soltar» el testigo y participar en la vida de la Iglesia de otro modo, con veteranía y desde la experiencia.

‘Grupos FyD’ es un lugar común que ellos mantienen y cuidan desde sus inicios. Con renovaciones a lo largo de su historia, pero siempre en estrecha vinculación a la Compañía de Jesús y su iglesia del Corazón de Jesús. Desde aquí se proporciona el espacio donde compartir la fe vivida en lo cotidiano, con vocación transformadora desde sus propias familias, desde el trabajo, desde su entorno social, y con vocación de servicio a la Iglesia. Muchos se han preparado para el tramo nuevo de la jubilación, apoyándose para asumir los retos de un camino hacia arriba. Semanalmente toman impulso de la formación, del vivo diálogo entre fe y cultura donde descubren nuevos horizontes y de las reflexiones compartidas, sedimentando su saber y su experiencia. Y ante la resistencia natural de ir dejando, han aparecido nuevos paisajes vitales y nuevas sendas para compartir ese tesoro donde está su corazón.

Llevan asumiendo compromisos comunitarios desde sus orígenes: participar de las reuniones periódicas, practicar los Ejercicios Espirituales, seguir un tema formativo común al año, mantenerse informados a través del boletín Enlace, sostener económicamente los gastos comunes mensuales y proveer una bolsa de solidaridad. Con todo ello, han podido vivir esa fe que les trajo hasta Ruiz Hernández, testimonial y misionera, y se han abierto a los retos de la sociedad, descubriendo los signos de los tiempos que les ha tocado vivir. Acompañando y siendo acompañados en sus proyectos de vida, personal y fraterna. Abiertos están para acoger y abrazar a quien lo desee.